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Aerolíneas y Transporte

CBX celebra 10 años como el gran puente binacional que transformó la movilidad entre México y California

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Tijuana, Baja California.— A una década de su inauguración, el Cross Border Xpress (CBX) celebró su aniversario número diez convertido en uno de los proyectos de infraestructura binacional más exitosos y singulares del continente. Lo que comenzó como una apuesta arriesgada —un puente que conecta directamente a pasajeros con el Aeropuerto Internacional de Tijuana desde territorio estadounidense— es hoy una pieza clave en la movilidad aérea, turística y económica entre México y California, con una influencia que crece año con año.

Durante el encuentro con medios, Jorge Goytortua, CEO de CBX, compartió cifras contundentes: “Estamos cerrando el año con 29.5 millones de usuarios; estamos prácticamente a nada de llegar a la marca de los 30 millones”. El dato representa más que un número redondo: confirma el uso sostenido del puente como la vía más eficiente para quienes viajan entre ambos países, y refrenda la confianza en un modelo que acortó tiempos, redujo costos y dio certidumbre a los viajeros fronterizos. 

A lo largo de diez años, CBX ha reconfigurado por completo la manera en que los californianos vuelan hacia México. Hoy, el 75% de sus usuarios reside en California, y casi la mitad proviene del área metropolitana de Los Ángeles, Orange, Riverside, San Bernardino y Ventura, zonas donde el puente se ha convertido en la opción natural para viajar al país vecino. En los hechos, el CBX ha logrado algo extraordinario: si fuese un aeropuerto independiente, sería el quinto punto de entrada más grande de viajeros estadounidenses a México, solo detrás de los principales hubs turísticos. 

Y el uso no se limita al sur del estado. Entre el 5% y 7% de los pasajeros llega desde el norte de California y los valles centrales, impulsados por rutas terrestres que CBX ha integrado de manera estratégica: autobuses diarios hacia Sacramento, San José, Watsonville, Salinas y otras ciudades que han descubierto en Tijuana una puerta de acceso conveniente hacia territorio mexicano. En su conjunto, estos flujos han convertido al puente en el principal cruce entre California y México para el turismo y las visitas familiares. 

El crecimiento ha sido tal que CBX funciona hoy como un hub aire–tierra, una figura inédita en la región: conecta en autobús a casi 50 ciudades en California, Nevada, Arizona y Texas, lo que permite que pasajeros que viven tan lejos como Phoenix, Las Vegas o Fresno utilicen Tijuana como punto de salida. En la aviación, los hubs suelen ser aeropuertos; CBX, en cambio, creó un modelo híbrido que ya empieza a estudiarse en otras fronteras del mundo. 

Una expansión que cambia el rostro del proyecto

A diez años de operación, CBX entra en una nueva etapa marcada por expansión y diversificación. El plan maestro presentado a la ciudad de San Diego contempla una serie de obras que ampliarán sustancialmente la capacidad del recinto:

  • Un hotel de 140 habitaciones, proyectado para atender tanto a los viajeros del puente como al robusto sector empresarial y logístico del sur de San Diego.
  • La expansión de estacionamientos hasta alcanzar más de 10 mil cajones, cifra necesaria para el ritmo de crecimiento actual.
  • La construcción de un edificio integral para arrendadoras de autos, con áreas de operación, mantenimiento, lavado y un centro de tránsito terrestre que consolide a CBX como nodo multimodal.

Goytortua explicó que esta zona de la ciudad, conocida por su actividad logística, ha crecido de manera exponencial: “Tan solo Amazon tiene aproximadamente 20 mil empleados aquí. Es un mercado que también queremos atender”. El nuevo hotel, adelantó, no solo será un servicio complementario; será una extensión natural del flujo que llega con vuelos nocturnos o matutinos desde Tijuana, donde muchos pasajeros requieren hospedaje por horarios operativos. 

Un proyecto que mira a Asia y Centroamérica

La visión del CEO también confirma que CBX no piensa limitarse a servir a México. Parte del crecimiento futuro apunta a posicionar a Tijuana —y por extensión al CBX— como una puerta de entrada para Asia hacia México y el sur de California. Ya existen acercamientos con Korean Air y otras aerolíneas interesadas en atender a comunidades como la coreana y la filipina, esta última con más de 250 mil residentes solo en San Diego, la segunda más grande de Estados Unidos después de Los Ángeles. 

También hay pláticas para atraer aerolíneas de Centroamérica, donde Volaris es uno de los interlocutores naturales dada su operación en la región. La premisa es clara: la saturación del aeropuerto de San Diego ofrece una ventana única para convertir a Tijuana en la infraestructura de soporte que la zona necesita, y CBX ya demuestra que los pasajeros están dispuestos a utilizar este corredor binacional sin reservas.

IA, biometría y el futuro del cruce

Si algo distingue al CBX es su ambición tecnológica. Fue el primer puerto terrestre en implementar sistemas como Safe Arrivals, y este año se convirtió en el quinto punto de entrada en Estados Unidos en adoptar el sistema IPP (Enhanced Passenger Processing), que permite a ciudadanos estadounidenses completar su internación mediante comparación facial, sin pasar por un oficial. El resultado: cruces hasta cuatro minutos más rápidos en horas pico.

Las nuevas e-gates también ya están en funcionamiento para mexicanos y norteamericanos que pagan el Derecho de No Residente, y representan un paso más hacia la automatización total del tránsito. La meta, dijo Goytortua, es que eventualmente “tu rostro sea tu token de ingreso”, tanto para la entrada como para la salida. La incorporación de inteligencia artificial no solo es inevitable, sino prioritaria. 

Los nuevos negocios que acompañan al puente

CBX ha entendido que su modelo no puede depender únicamente del cruce. El 70% de sus ingresos proviene del acceso peatonal, pero el resto comienza a diversificarse rápidamente:

  • La venta de pólizas de seguro, cerca de 100 diarias.
  • La oferta de eSIMs para viajeros internacionales.
  • Transportación terrestre en Cancún, Vallarta y Los Cabos, disponible directamente en su plataforma.
  • La incorporación de boletos y experiencias de SeaWorld, Universal y otros parques de entretenimiento.

La estimación es que estos ingresos complementarios lleguen a representar hasta el 5% de la operación total en los próximos años. “Estamos siendo muy creativos para ofrecer más servicios a nuestros clientes”, señaló el directivo. 

Un modelo que inspira otros cruces

Aunque no existe otro aeropuerto en frontera que permita replicar exactamente el concepto del puente binacional, CBX ya estudia una iniciativa para desarrollar un corredor similar en San Ysidro, enfocado en las cerca de 50 mil personas que cruzan diariamente para trabajar en Estados Unidos. El objetivo sería crear un paso rápido, accesible y eficiente que reduzca filas kilométricas, horas de espera y el impacto ambiental de miles de autos detenidos. 

Los retos: pandemia, restricciones y una recuperación sorprendente

La primera década de CBX también tuvo momentos críticos. La pandemia representó el mayor reto, especialmente cuando durante más de un año los mexicanos con visa no podían cruzar por tierra hacia Estados Unidos. En paralelo, la industria aérea enfrentaba su etapa más compleja en décadas. Aun así, la recuperación fue notable: el Aeropuerto de Tijuana se convirtió en el segundo del mundo con mejor ritmo de recuperación, solo debajo de un aeropuerto ruso. Para CBX, ese repunte fue una prueba de resiliencia. 

Diez años después, el puente sigue tendido hacia el futuro

El aniversario de CBX no solo conmemora una década de operación: confirma que el proyecto ha superado las expectativas originales y que está listo para una etapa más ambiciosa. Crece en infraestructura, tecnología, diversificación de ingresos y nuevas rutas aéreas. Se consolida como el corredor más eficiente entre México y California, y se perfila como un modelo replicable para futuras soluciones de movilidad fronteriza.

CBX nació como una idea visionaria. Diez años después, es uno de los símbolos más claros de cómo la cooperación binacional puede transformar la experiencia de viajar.

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