Con más de 1,600 especies
Gladys Porter Zoo, santuario de vida en Brownsville

Hace ya 48 años desde que las puertas del Zoológico de Gladys Porter abrieron por primera vez, el 3 de septiembre de 1971. Detrás del proyecto de preservación de la vida animal en el  Valle del Río Grande, se encuentra una mujer a quien se le debe no solo el nombre del sitio, sino el ingenio y la pasión por salvaguardar la vida silvestre en sus momentos históricos más vulnerables, resultado visible y medible hasta nuestros días.
 
Hija del ex presidente de las tiendas departamentales JC Penney, Earl C. Sams, Gladys aprovechó la posición de su padre y que este hubiera iniciado una fundación tiempo atrás, así a su regreso de África planificó el refugio de fauna que fue financiado en su totalidad por la agrupación que al día de hoy sigue apoyando proyectos ambientales, sociales y educativos. En ese sentido, desde su apertura el sitio pertenece a la alcaldía de Brownsville.
 
En una extensión que rebasa los 113.000m2 y que da refugio a cerca de 1.600 especies de animales, el zoológico recibe a más de 350.000 visitantes anuales, que si bien se adentran en sus instalaciones con fines de esparcimiento, descubren en sus rutas, ejemplares que han modificado significativamente su destino, pasando de ser una cifra en peligro de extinción a ser una estadística alentadora gracias a sus exitosos planes de crianza.
 
El parque posee cuatro áreas zoo-geográficas: África, Asia, América tropical e Indo-Australia. Además de un Herpetario, un Aviario de Vuelo Libre, un cañón de Guacamayo, Grutas de Osos y Dragones de Komodo, así como una guardería donde los niños interactúan con animales domesticados. Por si fuera poco, otras aves silvestres arriban por sí solas, atraídas por la vegetación y las vías fluviales que les proporcionan comida y refugio.
 
Conocer a una tortuga de las Galápagos con más de 150 años, acariciar a una jirafa de 4 metros o alimentar a una mantarraya directamente en su estanque, son algunas de las experiencias que se pueden realizar bajo la supervisión de profesionales en el campo, con encuentros controlados para evitar la sensación invasiva en sus hábitats y con una serie de indicaciones para lograr que la convivencia se realice de forma ágil y respetuosa con la vida.
 
Recorrer la propiedad por completo, requiere al menos de un día, puesto que cada espacio ofrece adentrarse en mundos enteramente distintos, donde el factor sorpresa y aprendizaje son una constante y se vuelven adictivos, para optimizar la movilidad el lugar cuenta con transporte en carritos de golf, servicio que en coordinación con los trabajadores permite que los tiempos de interacción obedezcan un horario y una logística ágil.
 
Pese a que Porter murió en 1980, su estafeta siempre ha sido ocupada por personajes dedicados a la misión de preservar la fauna, en su momento por Don D. Farst, que se retiró en 2006 y desde entonces hasta hoy por el Dr. Patrick M. Burchfield, a quien no es raro encontrarse en plena faena gustoso de compartir su experiencia con los visitantes como si se tratara de viejos conocidos, con un español tan fluido que irradia camaradería.
 
Grandes hazañas han ocurrido al interior del zoológico desde 1990, sus estrategias de cautividad para especies amenazadas, permitieron que los cocodrilos filipinos pasaran del peligro crítico a la reproducción año con año, logrando devolver a muchos de ellos hasta Filipinas; nacieron gorilas de tierras bajas occidentales en su segunda generación y especialistas se sorprendieron al recibir iguanas jamaiquinas, las cuales creían extintas.
 
Actualmente el Centro Educativo Discovery del Sur de Texas, del Gladys Porter Zoo, realiza programas de educación continua, instando a ciudadanos y visitantes a formar parte con aportaciones económicas o bien, mediante campamentos y safaris enfocados en niños, adolescentes y estudiantes, que pueden aprovechar los fines de semana o periodos vacacionales para sensibilizarse con las especies y contribuir socialmente con el planeta.