Opinión
Colaboración Especial
La decisión que envuelve en turbulencias aéreas compartidas previo al Mundial
Una reciente noticia que sacude al turismo es la decisión del Departamento de Transporte de Estados Unidos de cancelar trece rutas aéreas operadas por aerolíneas mexicanas, lo que vuelve a recordarnos que la aviación, más que un asunto técnico, es un terreno donde también se cruzan la economía, la diplomacia y, quizás, la política comercial.
Las rutas afectadas corresponden principalmente al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), hacia ciudades como:
Desde el AIFA con Viva Aerobus: Austin, Nueva York, Chicago, Dallas, Denver, Houston, Los Ángeles, Miami y Orlando.
También se cancelan vuelos de Aeroméxico desde el AIFA hacia Houston y McAllen, así como el vuelo desde el AICM a San Juan, Puerto Rico. Por su parte, Volaris tenía contemplado un vuelo desde el AICM a Newark, que también resultará afectado.
A ello se suma la suspensión de vuelos combinados de pasajeros y carga, así como el freno al crecimiento del llamado belly cargo (la carga que se transporta en la parte baja del avión de pasajeros, comúnmente conocida como bodega), una decisión que repercute directamente en el turismo y el comercio bilateral.
Washington justifica esta medida alegando “falta de condiciones equitativas de competencia”, insinuando que México ha favorecido a sus aerolíneas en temas regulatorios. Sin embargo, más allá del argumento oficial, la decisión refleja tensiones en la relación aérea entre ambos países: certificaciones, acuerdos bilaterales, infraestructura y la apertura de los cielos.
Para México, el golpe llega en el momento menos indicado: justo cuando el gobierno busca posicionar al AIFA como una alternativa internacional sólida y, al mismo tiempo, fortalecer su conectividad turística. Cada ruta cancelada representa menos asientos, menos turistas y menos oportunidades para demostrar que el nuevo aeropuerto es realmente una opción viable frente al de la Ciudad de México.
La suspensión también evidencia la urgencia de modernizar la gestión aeronáutica, fortalecer la coordinación con el sector privado y garantizar que las decisiones regulatorias no se interpreten como ventajas injustas. Solo así México podrá recuperar la confianza de sus socios y mantener su papel como el principal puente aéreo del continente americano.
El turismo es una herramienta de diplomacia y desarrollo; la conectividad, su columna vertebral en los cielos compartidos entre México y Estados Unidos. Lo urgente es recuperar el equilibrio, para que el flujo de viajeros, de negocios y de oportunidades no se quede en tierra.
Más aún con la cercanía del Mundial de la FIFA 2026: ¿qué va a pasar si se mantiene esta política y no se actúa de inmediato para garantizar los vuelos hacia los diferentes destinos sede del torneo?
El gobierno ha mencionado que ya se encuentran en pláticas para revertir esta decisión. Esperemos que se logre, en beneficio de las empresas involucradas, la economía y, principalmente, del turismo.
Al final, estas decisiones perjudican tanto a los aeropuertos como a las empresas de aviación mexicanas, generando un golpe económico que inevitablemente afectará al consumidor final: el pasajero.
CON MIS SALUDOS DE SIEMPRE
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