¿DONDE IR?
Yucatán, un destino que abraza con historia, sabores y experiencias

El bello y famoso Yucatán. ¿Qué se puede decir de este lugar que no sean cosas maravillosas? Con una gastronomía increíble, lugares hermosos —de los cuales aún hay muchos por conocer—. Este destino, sin duda, es una invitación constante a descubrir.
Nuestro viaje comenzó con una gran parada gastronómica, en el centro de Mérida, justo en el conocido Barrio de Santiago, donde su mercado es un mosaico de sabores, olores, colores y cultura viva. En este espacio se encuentra La Lupita, una taquería de 1968 que invita a un viaje al pasado. Los papás de Lupita -la dueña- fueron los fundadores y desde entonces el tradicional negocio recibe a todos los comensales como parte de su familia.
La experiencia es un festín: la tradicional sopa de lima, aromática y reconfortante, los panuchos crujientes pero suaves, los tacos de cochinita, de relleno negro y de lechón al horno, cada uno con su carácter propio. Aunque todos tienen lo suyo, el panucho se roba el corazón. El cierre perfecto llega con las famosas empanadas de queso de bola, doradas y crujientes, acompañadas de fresca agua de chaya con lima o piña. Comer aquí es entrar de lleno en la tradición yucateca, donde cada bocado cuenta una historia.
Hacienda Sotuta de Peón: el esplendor del henequén
Después de un festín de sabores, la Hacienda Sotuta de Peón, una joya que revela la historia del henequén, conocido como el “oro verde”, aguardaba nuestra llegada.
Desde su entrada, el lugar impacta por su tamaño y por el concepto hotelero que lo rodea.
El recorrido guiado, disponible en varios idiomas, transforma la perspectiva del visitante. La Hacienda invita a conocer el proceso completo de producción, las antiguas máquinas y cómo este cultivo impulsó la economía de la península durante el siglo XIX. El recorrido culmina con una experiencia única: llegar al cenote Dzul-Há en un truck jalado por mulas sobre rieles, un viaje pintoresco que mezcla historia y naturaleza.
Viatura Hacienda Xtojil: glamping en medio de la selva
Otra gran joya a descubrir es el Hotel Viatura Hacienda Xtojil, un espacio que sorprende por su concepto de glamping. Rodeado de naturaleza, ofrece cabañas cómodas y modernas sin perder el contacto con el entorno. Las bicicletas para recorrer el terreno, la alberca refrescante y el original “jungle gym” invitan a moverse y relajarse a la vez.
Por la noche, el ambiente se vuelve mágico: con linternas que iluminan los caminos, sonidos de la selva y cielos que regalan atardeceres inolvidables. Su restaurante mezcla lo local con lo internacional, y la vista desde la alberca privada es, sin duda, uno de los recuerdos que se quedan grabados.
Cenote San Ignacio y alrededores: aventura bajo tierra
El Cenote San Ignacio, un lugar silencioso y apacible, con agua a 28°C invita a todos los visitantes a sumergirse en el. A su alrededor, nuevas experiencias esperan: el Cenote Corazón de Agua, es un lugar divertido para lanzarse en clavados o sumergirse con la ayuda de una soga colgante; por otro lado, el Río Esmeralda, por la noche se ilumina de colores LED, creando un ambiente único.
Aquí también la comida acompaña la experiencia: tortillas hechas a mano, marquesitas que mezclan lo dulce y lo salado, y cenas románticas bajo la luz de los cenotes. Cada espacio ofrece algo distinto, pero todos con la esencia de Yucatán.
Sisal: el encanto de un pueblo con historia
La última parada de este espectacular viaje fue el Pueblo Mágico de Sisal, un puerto pesquero convertido en destino turístico que conserva su esencia. Sus manglares esconden flamencos y cocodrilos, mientras que los paseos en kayak o balsa conducen a un ojo de agua rodeado de naturaleza pura, ideal para nadar y recargar energía.
La comida de mariscos frescos y el coco recién cortado complementan la visita. Aunque el mar se encontraba afectado por la “marea roja”, Sisal sorprendió con su fiesta patronal: antojitos típicos, feria, juegos mecánicos, venta de artesanías y la tradicional quema del torito, que mezcló risas y adrenalina.
La estancia en La Casona de Sisal, un hotel sencillo con lo necesario para descansar, dejó claro que la magia de este pueblo está en su autenticidad, en la calidez de su gente y en las experiencias que guarda.
Así es Yucatán: un destino que no se recorre, se vive. Entre mercados que abrazan, haciendas que cuentan historias, hoteles que mezclan lujo y naturaleza, cenotes que sorprenden y pueblos que laten con esencia propia.
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