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FAM Team Alberta México
Alberta, donde las montañas tocan el cielo

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Alberta, Canadá.- Una travesía por el corazón de las Rocallosas canadienses junto a Travel Alberta y WestJet, permitió a un grupo de tour operadores mayoristas descubrir parte de la provincia de Alberta, la cual guarda algunos de los paisajes más imponentes de Canadá, desde montañas que parecen esculpidas por el tiempo y lagos que reflejan el cielo con un brillo imposible, hasta pueblos que conservan una calidez humana tan profunda como sus bosques.  En pocas palabras un destino que combina naturaleza y sofisticación, aventura y serenidad, donde cada rincón invita a detenerse y contemplar.

Ubicada en el oeste de Canadá, Alberta se extiende entre las vastas praderas y las majestuosas Montañas Rocosas. Desde México, llegar es hoy más fácil, gracias al nuevo vuelo directo de WestJet desde la Ciudad de México a Calgary 5 veces a la semana, que conecta a los viajeros con el punto de partida ideal para explorar esta región que resume la esencia del espíritu canadiense: abierto, amable y lleno de autenticidad.

Desde el aterrizaje en Calgary, la metrópoli moderna que funge como puerta de entrada al oeste canadiense, comenzó la travesía hacia un mundo donde la naturaleza dicta el ritmo. A poco más de una hora de carretera, los paisajes urbanos se transforman en escenarios montañosos que dejan sin aliento. La ruta conduce al Parque Nacional Banff, el primero de Canadá y uno de los más antiguos del mundo, fundado en 1885.

Banff es un lugar que parece sacado de una pintura: calles encantadoras rodeadas de pinos y montañas, boutiques locales, restaurantes con vista al valle y un ambiente vibrante que combina historia, arte y aventura. Desde allí parten excursiones hacia cascadas, miradores y senderos donde el aire es puro y las montañas parecen flotar entre la neblina.

Entre las experiencias más memorables destaca: el ascenso en la Góndola de Banff hacia la cima del Monte Sulphur y la caminata en Johnston Canyon Trail, uno de los senderos más populares de las Montañas Rocosas canadienses. El recorrido por el cañón profundo formado por el deshielo glaciar nos lleva por el río Johnston Creek, atravesando pasarelas suspendidas sobre el agua y paredes de roca impresionantes.

Imperdible no visitar el Fairmont Banff Springs, un verdadero ícono del lujo canadiense. Construido en 1888, este hotel histórico —declarado Sitio Nacional— se levanta con la imponencia de un castillo escocés en medio del bosque, flanqueado por el Monte Rundle y el río Bow.

El siguiente destino, Lake Louise, ofreció una postal que parecía detenida en el tiempo: el lago de aguas turquesa, los glaciares al fondo y el majestuoso Fairmont Château Lake Louise enmarcando la escena. Es uno de los lugares más fotografiados de Canadá y, sin duda, uno de los más conmovedores. Aquí, la naturaleza se convierte en un espectáculo silencioso que impone respeto y deja una profunda sensación de paz.

El recorrido continuó por la legendaria Icefields Parkway, considerada una de las carreteras más bellas del planeta. En su trayecto hacia Jasper National Park, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se despliegan valles glaciares, ríos cristalinos y montañas eternas. En Jasper, los visitantes descubren cielos tan despejados que se pueden contar las estrellas, además de la posibilidad de observar fauna silvestre en libertad —alces, ciervos, y en ocasiones, osos negros que cruzan la carretera como parte del paisaje cotidiano.

El Valle Maligne es uno de los corredores naturales más emblemáticos de Jasper. Aquí inicia la ruta hacia el Maligne Lake, pasando por el Maligne Canyon y el mirador de Medicine Lake, famoso por su fenómeno de desaparición estacional del agua.

Un paisaje que combina bosques, montañas y vida silvestre, ideal para recorrer por carretera o en senderismos cortos.

Recordemos que en julio de 2024, un incendio forestal arrasó gran parte del Parque Nacional Jasper y llegó hasta el pueblo, destruyendo casi el 30% de la ciudad. Hoy en Jasper se ofrecen tours guiados por los incendios forestales en el Parque Nacional Jasper, donde conoceremos las secuelas de un incendio forestal masivo, identificaremos diversas especies de plantas y disfrutaremos de un agradable almuerzo en la cima, con una sopa tradicional cremosa de maíz y papa “corn chowder” y un emparedado tradicional con pan de arándanos.

Otra agradable sorpresa que vale mucho la pena descubrir fue Canmore, lugar que mostró una faceta más relajada del destino. Un pueblo acogedor donde el arte, la gastronomía y la vida local conviven entre senderos que parten directamente desde las calles principales. Su autenticidad y ambiente tranquilo lo convierten en una joya discreta, perfecta para quienes buscan vivir las Rocallosas sin prisa.

Finalmente, la ruta concluyó donde comenzó: en Calgary, una ciudad cosmopolita que combina innovación, cultura y raíces vaqueras. Aquí, entre museos, restaurantes contemporáneos y una vibrante escena urbana, Alberta demuestra que también sabe mirar al futuro sin perder su identidad.

La Calgary Stampede —conocida como “The Greatest Outdoor Show on Earth”— es uno de los símbolos más fuertes de la identidad de Alberta y, efectivamente, su legado es tan importante que cuenta con un museo propio dentro del Stampede Park, en el corazón de Calgary.

Este espacio no es solo una exposición de recuerdos, es una celebración viva de la cultura vaquera y del espíritu del oeste canadiense. En el museo se pueden ver piezas históricas del rodeo, trajes originales, fotografías, colecciones de arte y relatos que muestran cómo, desde 1912, la Stampede se ha convertido en una fiesta que une tradición, comunidad y orgullo local.

Durante los diez días que dura el evento —cada julio—, Calgary se transforma: las calles se llenan de sombreros vaqueros, música country, competencias de rodeo, desfiles, conciertos y auténticos desayunos de panqueques en cada esquina. Es un momento en el que toda la ciudad celebra su historia y su carácter pionero.

Visitar el Stampede Park fuera de temporada, y especialmente su museo, permite entender por qué la Stampede no es solo un festival, sino una parte esencial del ADN de Alberta.

Calgary tiene una faceta que muchos viajeros descubren al recorrer su centro histórico, donde se siente la mezcla entre su pasado pionero y su energía contemporánea.

Caminar por Stephen Avenue Walk, con sus edificios de ladrillo del siglo XIX, cafés, boutiques y arte urbano, es una experiencia que combina historia y vida moderna. Aquí se percibe la herencia del viejo oeste, pero también la sofisticación de una ciudad que ha crecido sin perder su identidad.

Y sí —vale muchísimo la pena atravesar los famosos puentes “Plus 15”, una red de pasarelas elevadas que conectan más de 100 edificios del downtown, a unos 15 pies (4.5 metros) sobre el nivel de la calle, de ahí su nombre.

Es el sistema de pasillos elevados más extenso del mundo, con casi 18 kilómetros de longitud, y fue diseñado para que los habitantes y visitantes puedan recorrer el centro incluso durante los meses más fríos, protegidos del clima, pero sin dejar de disfrutar de las vistas.

A lo largo del recorrido, los “Plus 15” cruzan centros comerciales, torres de oficinas, galerías y restaurantes, permitiendo explorar la ciudad desde una perspectiva distinta: moderna, cómoda y sorprendentemente viva.

Este paseo, junto con el Calgary Tower, el Peace Bridge, el Glenbow Museum y los espacios a orillas del Bow River, completa una visita imperdible para quien busca entender el carácter de esta ciudad: una metrópoli moderna con alma de frontera.

El viaje organizado por Travel Alberta al frente de Paul Orizaga y WestJet con la anfitriona de David de Alba, permitió a los tour operadores mexicanos experimentar la diversidad del destino: desde la aventura al aire libre hasta el lujo sereno de sus hoteles, desde la gastronomía local hasta el calor humano que distingue a los canadienses.

Más que un recorrido, fue una invitación a reconectar con la naturaleza, con el silencio y con la belleza de lo esencial.

El viaje concluyó en lo más alto de la ciudad, en la emblemática Calgary Tower, donde las luces del downtown se mezclaban con el reflejo del Bow River y las sombras de las Rocallosas en el horizonte.

Desde sus miradores, la vista nocturna fue simplemente espectacular: un mosaico de luces, risas y fotografías que sellaron los días compartidos en Alberta.

La cena en el restaurante giratorio de la torre, fue el broche perfecto para una travesía inolvidable: sabores locales, copas alzadas y conversaciones que resumían todo lo vivido —la hospitalidad, la naturaleza, la belleza inmensa de un destino que conquista por su autenticidad.

Así, bajo el cielo estrellado de Calgary, concluyó una experiencia que más que un recorrido fue un reencuentro con la emoción de viajar.

Alberta no solo se visita, se siente. Sin duda es un lugar donde las montañas tocan el cielo… y el alma encuentra su propio paisaje.

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