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Descubre sus tradiciones
Fe y misticismo en Japón

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Japón es uno de los destinos con mayor resguardo de tradiciones, muchas de ellas resultado de la llegada de colonizadores y viajeros. El cristianismo, por ejemplo, llegó por primera vez a Japón a mediados de los años 1500, donde se extendió brevemente alrededor de Nagasaki y las islas adyacentes de Amakusa, dejando testigos de la historia que a la fecha son grandes atracciones escondidas para visitar.
 
A través del misionero jesuita, San Francisco Javier, la fe se profesó por un breve periodo del siglo XXVI, tan solo para ser prohibido unas décadas más tarde, en 1614, por el Shogunato de Edo, obligando a los seguidores a practicar en secreto o enfrentar tortura y muerte. Aunque muchos cristianos se vieron obligados a renunciar a su fe, muchos otros encontraron formas de llevar a cabo sus prácticas religiosas en secreto. Sin sacerdotes ordenados o instituciones que seguir, la religión comenzó a evolucionar lentamente hacia su propia forma distinta.
 
Fue hasta después de la Restauración Meiji en 1873 que los cristianos fueron libres para profesar abiertamente su religión. Muchas iglesias construidas en la región datan de este período de mediados del siglo XIX. La más notable de estas iglesias es la Catedral de Oura, ubicada en el corazón de Nagasaki, una iglesia gótica católica dedicada a los 26 mártires ejecutados en la colina de Nishizaka.
 
Esta región hoy en día alberga ruinas de castillos, iglesias reconstruidas y antigüedades religiosas que cuentan una historia única. Justo en el área de Nagasaki, doce sitios de los “cristianos ocultos” fueron reconocidos como Patrimonios de la Humanidad UNESCO en el año 2018, entre ellos: la aldea de Tomogi (pueblo de Sotome), la ciudad de Nagasaki, la península de Shimabara, la ciudad de Hirado y las Islas de Goto. Se recomienda visitar el Museo de los Veintiséis Mártires cerca de la estación JR de Nagasaki, o bien la Catedral de Oura, la iglesia más antigua de Japón, que además queda a un corto viaje por tranvía.
 
Después de que levantaran la prohibición en el año 1871 y la era de los “cristianos ocultos” terminó, siguió la tragedia cuando la bomba atómica explotó casi directamente sobre la Catedral de Urakami. Seguramente estos sitios fortalecerán tu fe en la humanidad, sin importar cuáles sean tus creencias religiosas.
 
¿Pero te imaginas qué sucedía en otras partes de Japón mientras el cristianismo libraba su batalla? Pues en las montañas, la religión Shinto y el antiguo Shugendo hallaban una nueva ruta a la fe. Aproximadamente unos 300 km norte de Tokio, en la prefectura de Yamagata, hay un trio de montañas sagradas. Estas tres pintorescas montañas que son culturalmente importantes son el monte Haguro, el monte Gassan y el monte Yudono. Juntas, se conocen como los Dewa Sanzan.
 
Las tres montañas de Dewa son la cima donde la naturaleza y la espiritualidad se cruzan. La religión Shugendo en sí, estaba formada por monjes de montaña de los siglos VII y VIII y ha mantenido sus raíces en el culto a la montaña y la meditación silenciosa en las alturas. Los principales templos de Dewa Sanzan están ubicados en el pico de las tres montañas, es decir, la ubicación más cercana al cielo.
 
Reverenciadas como el hogar de los dioses, la tradición japonesa de adoración a la naturaleza permanece viva en estas montañas y, de acuerdo con la fe ascética del Shugendo que se desarrolló aquí, el peregrinaje a través de estas montañas es un viaje a través del presente, el pasado y hacia el futuro.
 
A lo largo del año, se celebran numerosos actos y festivales en el santuario Dewa Sanzan, situado en la cima del monte Haguro. Entre ellos, el Festival de las Flores, el 14 y 15 de julio, que incluye procesiones de santuarios portátiles, música y otras actuaciones, pero, sin duda alguna, el fulgurante festival de Shoreisai en Nochevieja es el que atrae todas las miradas. Durante el festival, los equipos compiten, en medio de la nieve, para arrastrar y después quemar las efigies de paja en llamas de un demonio amenazador en los lugares prescritos. El festival recrea una leyenda y se dice que data de hace más de un milenio.
 
Varios programas ofrecen una variedad de actividades: alojase en la cabaña de peregrinos de Daishobo donde puedes probar cocina vegetariana, subir senderos sagrados y hasta probar meditación bajo una cascada. Viaja allí y sumérgete en el estilo de vida de los yamabushi locales, en un entrenamiento para conectarte con la naturaleza y que volverá a refrescar tu mente y cuerpo.

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